El Informe Mundial sobre el Asma de 2018, publicado en vísperas de la reunión de alto nivel de la ONU sobre ENT (enfermedades no transmisibles), por la Red Mundial de Asma, con quien colabora La Unión, ponía de relieve que aproximadamente 1.000 personas mueren de asma al año. Sin embargo, muchas personas no tienen acceso a los medicamentos esenciales y de calidad que necesitan, ni a la atención médica.
Hace cincuenta años que hay tratamientos eficaces del asma, pero todavía no están al alcance de la mayoría de las personas pobres del mundo que la padecen. Corregir esta enorme desigualdad sanitaria es una prioridad.
El informe presenta el asma como problema mundial e incluye varias recomendaciones que dirige a la OMS, los gobiernos, las autoridades sanitarias, los profesionales sanitarios, las sociedades profesionales y las organizaciones de pacientes.
El asma es la enfermedad crónica infantil más corriente, y una de las enfermedades crónicas de los adultos más comunes en general. Más de 300 millones de personas padecen asma. La gran mayoría viven en países de renta baja o media, donde el acceso a la atención básica está muy limitado.
Un manejo de calidad y de larga duración puede reducir la carga del asma. Esto implica aplicar medidas relativamente simples, en el seno de una estrategia sistemática, local o nacional, para mejorar la detección precoz del asma y facilitar un tratamiento preventivo eficaz, así como garantizando el acceso a medicamentos esenciales y asequibles.
La Red Mundial de Asma se compone de personas provenientes del Estudio Internacional de Asma y Alergias en la Infancia (ISAAC por sus siglas en inglés), que colaboran con La Unión. Se creó en 2012 para mejorar la atención a los pacientes de asma a escala mundial, haciendo hincapié en los países de renta baja y media, mediante la mejora de la vigilancia, la colaboración entre investigadores, el desarrollo de capacidad y el acceso a medicamentos esenciales de calidad.